Sr. y Sra. Smith
Crítica
Diego Salgado
Uno nunca ha sido muy partidario del "star-system", un concepto más ligado a las insatisfacciones y los anhelos del público que a la experiencia cinematográfica. Si muchos analistas defienden el estrellato es, lógicamente, por su repercusión en las taquillas.
En cualquier caso, hubo un tiempo en el que las estrellas no eran únicamente señores atractivos o señoras explosivas a los que envidiar. Su función era la de encarnar ideales a la vez accesibles y lejanos, o representar ese otro yo que imaginamos ser y solo se nos aparecen en la imaginación. Para responder a esas expectativas la estrella debÃa perpetuar un carácter esencial a través de las pelÃculas que rodaba, y por tanto habÃa de confiar en el talento de productores, guionistas y directores para la creación de un universo que regÃa el actor y al que sus admiradores deseaban regresar una y otra vez.
Ahora bien, en una época que ha renunciado al poder de las historias para descubrir al ser humano su naturaleza, cuyas manifestaciones populares no van más allá del estÃmulo sensorial primario, y cuyos puntos de referencia sobre los artistas son los programas de cotilleos, no cabe esperar que las estrellas cinematográficas tengan personalidad o que los universos que habitan alberguen lógica interna de ningún tipo. Cuando los espectadores actuales contemplan a una estrella no están viendo a su personaje sino más bien, en palabras de la historiadora Vicki Botnick, "al intérprete y todo lo que la prensa ha expuesto sobre su vida privada".
"Sr. y Sra. Smith" resulta muy instructiva al respecto. No hay nada en ella que permita implicarse en la ficción. Su visionado supone asistir a las idas y venidas de unas celebridades llamadas Brad Pitt y Angelina Jolie, que juegan en las primeras escenas de la pelÃcula a ser un matrimonio en crisis, en las siguientes a desvelarse por separado como agentes secretos implacables, en las más divertidas a intentar matarse el uno al otro cuando descubren la verdadera actividad de su pareja, y en las más ridÃculas a trabajar juntos una vez la lucha entre ellos les ha reconciliado pasionalmente.
Resulta absurdo no ya deducir un mensaje de un producto tan vacuo, o citar posibles referencias, sino incluso hablar de diversión, pues los personajes no existen como tales, las escenas de acción por tanto aburren -¿a quién le importa lo que les pase?- y los momentos humorÃsticos no tienen más nivel que los de una comedia de situación. Ni las estrellas protagonistas aportan nada con sus inexpresivas presencias, ni la narración lo disimula dramáticamente. "Sr. y Sra. Smith" es un simulacro de pelÃcula transitado por espectros que atraviesan planos inconexos.
¿Cuál era el sentido de este filme? Reunir a Angelina Jolie y Brad Pitt durante dos horas y hacer caja. SÃ, ya lo sabÃamos antes de entrar en la sala. Pero la esperanza de que ambos, o al menos uno de ellos, o el director Doug Liman, hubiese aprovechado la ocasión para, además, ofrecer algo de cine, algo de entretenimiento, algo de calor, no parecÃa desorbitada. En cambio, todos los implicados en "Sr. y Sra. Smith" se han limitado a prestar el mÃnimo talento que han podido, y a cobrarse, una vez más, lo máximo: la confianza del espectador en que hubiera vida creativa en Hollywood.
En cualquier caso, hubo un tiempo en el que las estrellas no eran únicamente señores atractivos o señoras explosivas a los que envidiar. Su función era la de encarnar ideales a la vez accesibles y lejanos, o representar ese otro yo que imaginamos ser y solo se nos aparecen en la imaginación. Para responder a esas expectativas la estrella debÃa perpetuar un carácter esencial a través de las pelÃculas que rodaba, y por tanto habÃa de confiar en el talento de productores, guionistas y directores para la creación de un universo que regÃa el actor y al que sus admiradores deseaban regresar una y otra vez.
Ahora bien, en una época que ha renunciado al poder de las historias para descubrir al ser humano su naturaleza, cuyas manifestaciones populares no van más allá del estÃmulo sensorial primario, y cuyos puntos de referencia sobre los artistas son los programas de cotilleos, no cabe esperar que las estrellas cinematográficas tengan personalidad o que los universos que habitan alberguen lógica interna de ningún tipo. Cuando los espectadores actuales contemplan a una estrella no están viendo a su personaje sino más bien, en palabras de la historiadora Vicki Botnick, "al intérprete y todo lo que la prensa ha expuesto sobre su vida privada".
"Sr. y Sra. Smith" resulta muy instructiva al respecto. No hay nada en ella que permita implicarse en la ficción. Su visionado supone asistir a las idas y venidas de unas celebridades llamadas Brad Pitt y Angelina Jolie, que juegan en las primeras escenas de la pelÃcula a ser un matrimonio en crisis, en las siguientes a desvelarse por separado como agentes secretos implacables, en las más divertidas a intentar matarse el uno al otro cuando descubren la verdadera actividad de su pareja, y en las más ridÃculas a trabajar juntos una vez la lucha entre ellos les ha reconciliado pasionalmente.
Resulta absurdo no ya deducir un mensaje de un producto tan vacuo, o citar posibles referencias, sino incluso hablar de diversión, pues los personajes no existen como tales, las escenas de acción por tanto aburren -¿a quién le importa lo que les pase?- y los momentos humorÃsticos no tienen más nivel que los de una comedia de situación. Ni las estrellas protagonistas aportan nada con sus inexpresivas presencias, ni la narración lo disimula dramáticamente. "Sr. y Sra. Smith" es un simulacro de pelÃcula transitado por espectros que atraviesan planos inconexos.
¿Cuál era el sentido de este filme? Reunir a Angelina Jolie y Brad Pitt durante dos horas y hacer caja. SÃ, ya lo sabÃamos antes de entrar en la sala. Pero la esperanza de que ambos, o al menos uno de ellos, o el director Doug Liman, hubiese aprovechado la ocasión para, además, ofrecer algo de cine, algo de entretenimiento, algo de calor, no parecÃa desorbitada. En cambio, todos los implicados en "Sr. y Sra. Smith" se han limitado a prestar el mÃnimo talento que han podido, y a cobrarse, una vez más, lo máximo: la confianza del espectador en que hubiera vida creativa en Hollywood.
Comentarios
No hay comentarios sobre la crítica